Hay historias que merecen ser contadas, y la de Kourtney y Miguel Ángel es una de ellas. Se conocieron en Estados Unidos, en uno de esos encuentros que solo pasan una vez en la vida, y desde entonces supieron que querían construir algo grande, algo que fuera solo suyo.
Por eso, cuando llegó el momento de casarse, eligieron un lugar que los enamoró: la playa de Málaga. No querían complicaciones ni tradiciones que no los representaran. Querían libertad, naturaleza y el mar como invitado de honor. Así que la ceremonia civil se celebró en la arena, con los pies descalzos y el corazón a flor de piel.

La tarde fue mágica. El sol bañaba la playa, la brisa jugaba con los vestidos y las sonrisas no dejaban de aparecer. Los invitados, poco numerosos pero muy especiales, crearon un ambiente íntimo y alegre. Las flores frescas, las toallas sobre la arena y la música suave le dieron ese toque bohemio que tanto les gusta a Kourtney y Miguel Ángel. El momento del “sí, quiero” fue sencillo pero lleno de emoción. Todos guardaron silencio mientras el mar escuchaba sus promesas. Después, la celebración siguió en la orilla, con brindis, risas y bailes bajo el cielo de Málaga.

Kourtney y Miguel Ángel se despidieron de la ciudad con la certeza de que, a partir de ahora, su hogar estará en Estados Unidos. Pero se llevan consigo el recuerdo de una boda única, donde el amor, la libertad y la naturaleza fueron los protagonistas.